Una sorpresa inesperada
Hoy os vengo a comentar algo que me ha sorprendido mucho en mi experiencia docente es lo diferente que resulta dar clase en sexto en comparación con los cursos inferiores. A priori, uno podría pensar que al tratarse de alumnos más mayores y, en teoría, más maduros, todo debería ser más sencillo, ya que deberían de responderte mejor al tener más nivel. Sin embargo, la realidad ha sido otra: en sexto, las clases pueden volverse más complicadas. Se distraen con mayor facilidad, hay más conductas disruptivas y mantener su atención requiere un esfuerzo constante.
En cambio, con los cursos más pequeños, aunque la exigencia física y emocional es mucho mayor, porque hay que estar pendiente de cada movimiento, cada necesidad, cada emoción, he descubierto que es más fácil llevar adelante una clase. Los niños responden muy bien a los juegos y dinámicas; casi todo les resulta divertido, lo que facilita el aprendizaje y genera un ambiente positivo. Incluso yo le temía un poco a los cursos más pequeños porque no me entendieran o no supieran cómo responder, y me he encontrado con todo lo contrario.
Esta diferencia me ha hecho reflexionar sobre el papel de la motivación y las dinámicas de grupo en el aula.
¿Qué hace que, a medida que crecen, algunos alumnos pierdan esa disposición tan natural hacia el aprendizaje a través del juego y la participación?
¡Hola! Me ha encantado leerte porque me pasa exactamente lo mismo y pensaba que era “cosa mía”. Al principio yo también pensaba que dar clase a 6º sería más fácil porque ya tienen más vocabulario, entienden más, en teoría están más “centrados”… pero ¡para nada! Justo como dices, mantener su atención es todo un reto. A la mínima se desconectan o están a otra cosa, y claro, a veces tú estás dando la clase con toda la ilusión y te da la sensación de que estás hablando sola.
ResponderEliminarCon los peques, aunque es verdad que tienes que estar a mil cosas a la vez (emociones, movimiento, atención...), al menos responden, se ilusionan con cualquier dinámica, y da gusto verles tan entregados. Yo también tenía miedo de que no me entendieran en inglés, pero al revés: te siguen más de lo que esperas, sobre todo con gestos, canciones o rutinas claras. Me han sorprendido muchísimo.
Lo que planteas al final me parece clave: ¿por qué se va perdiendo esa motivación tan espontánea? ¿Será por cómo cambia el sistema, por la presión de los resultados, por el miedo al error? A mí también me hace pensar si deberíamos mantener más vivas las dinámicas lúdicas incluso en los cursos altos.
Gracias por compartir tu reflexión, me ha encantado leerte