Entre el respeto y la iniciativa propia.
Durante estas semanas de prácticas me he enfrentado a una situación que, imagino, muchas de nosotras hemos vivido: copiar el estilo y la metodología de nuestra tutora casi sin darnos cuenta. Al principio, lo hice por respeto, por prudencia… pero también, si soy sincera, por miedo. Miedo a no hacerlo bien, a no estar a la altura, o a desestabilizar a los alumnos saliéndome demasiado de su rutina habitual.
Lo cierto es que, cuando llegamos a un aula ya consolidada, sentimos que “lo mejor” es encajar en lo que ya hay. Es comprensible: los niños ya conocen a su maestra, su ritmo, sus rutinas, su forma de hablar, de corregir, de motivar. Imitar ese patrón nos da una sensación de seguridad. Sin embargo, me he dado cuenta de que este comportamiento, aunque parte de una buena intención, puede anular nuestra voz como futuras docentes.
¿Dónde queda nuestro criterio pedagógico? ¿Nuestra creatividad? ¿La oportunidad de probar lo que hemos aprendido durante años de carrera?
Por supuesto que debemos observar, aprender y tener en cuenta lo que funciona en el aula, pero también creo que estas prácticas deben ser una oportunidad para experimentar, equivocarnos, ajustar y crecer. No simplemente para repetir.
Me estoy empezando a permitir introducir pequeños cambios adaptando actividades, presentando contenido de una forma diferente, proponiendo nuevas dinámicas. A veces sale bien y a veces no tanto, pero al menos siento que me estoy formando desde dentro, no solo desde fuera.
¿Y vosotras? ¿Sentís que os está pasando lo mismo? ¿Hasta qué punto creéis que es positivo seguir exactamente el modelo de la tutora? ¿Os habéis atrevido a salir de ese marco y probar algo distinto? ¿Cómo ha respondido el grupo? ¿Qué estrategias estáis usando para encontrar vuestra propia voz como docentes?
Me encantaría leeros y compartir reflexiones. Creo que hablar de esto entre nosotras puede ayudarnos mucho a crecer en este proceso.
¡Hola! Qué entrada más necesaria... me ha encantado leerte porque me siento totalmente identificada con lo que cuentas. A mí también me ha pasado eso de copiar (casi sin darme cuenta) la forma de dar clase de mi tutora, desde el tono de voz hasta cómo organiza la pizarra. Al principio lo haces desde el respeto, pero también desde el miedo: “si esto ya funciona, ¿quién soy yo para cambiarlo?”.
ResponderEliminarY sí, entiendo que al llegar a un aula ya formada, lo más fácil es mimetizarte con lo que ya existe. Pero justo como tú dices, llega un punto en el que te preguntas: ¿y mi voz? ¿Y mi forma de hacer las cosas?
Yo también he empezado a introducir pequeñas ideas, nada muy loco, pero sí adaptando algunas actividades, explicando a mi manera, o usando juegos distintos. A veces no sale perfecto, pero qué gustazo cuando ves que conecta con los niños. Creo que eso es lo que realmente nos hace crecer: atrevernos poco a poco, no quedarnos solo en “copiar bien”.
Me quedo con lo que dices: estamos en prácticas para formarnos desde dentro, y eso implica probar, equivocarnos y también descubrir de qué forma queremos enseñar nosotras.
Gracias por compartirlo, porque me ha hecho parar un segundo y pensar en cómo estoy construyendo mi propia voz.