Una sesión difícil que no esperaba
No todas las sesiones salen como esperamos. Y aunque nos lo digan muchas veces, hasta que lo vivimos en primera persona, no somos conscientes del impacto emocional que puede tener.
El otro día tuve una clase con mi grupo de tutoría (4ºA), el mismo con el que normalmente siento mucha conexión y con el que las cosas suelen fluir bastante bien. Pero esta vez no fue así. Desde el principio noté que no estaban centrados. Hablaban entre ellos, estaban distraídos, y yo sentía que no me estaban haciendo caso, algo que no me había pasado antes con ellos. A pesar de seguir técnicas que otros días habían funcionado, nada parecía dar resultado.
Para colmo, durante la sesión, muchos alumnos salían y entraban del aula porque la tutora estaba realizándoles un examen oral fuera. Eso generó mucho nerviosismo y distracción. Algunos comentaban entre ellos para repasar, otros directamente desconectaban. La actividad que tenía preparada pudo desarrollarse a duras penas y la sesión se alargó tanto que no me dio tiempo a empezar la siguiente, como tenía planeado.
Pero lo que realmente me removió no fue eso (que, teniendo en cuenta el contexto que envolvía la sesión, puede llegar a entenderse como algo normal). Fue la sensación de que no estaba llegando a ellos, de que no me respetaban como docente y de que, de algún modo, había hecho algo mal. Me sentí muy frustrada conmigo misma por culpa de esos pensamientos intrusivos, y no voy a negar que tuve ganas de llorar al salir de clase. Me preguntaba: “¿Por qué hoy no me han escuchado?”, “¿Qué ha cambiado?”, “¿Qué he hecho diferente?”…
A veces, creo que también necesitamos tener sesiones malas para aprender a gestionar este tipo de emociones. No podemos esperar que siempre todo salga perfecto. Esta experiencia me ha hecho ver lo importante que es desarrollar autoridad de forma natural, aprender a mantener la calma en momentos de caos y, sobre todo, no tomarnos estos tropiezos como un fracaso personal.
A fin de cuentas, sé que hubo algunos alumnos que sí siguieron el ritmo de la sesión y se enteraron de todo, y eso también cuenta. Pero esa sensación de haber perdido el control me superó más de lo que imaginaba, quizás porque no me lo esperaba precisamente de ese grupo. Con otros ocurre con más frecuencia y no me afecta tanto, porque ya lo tengo más interiorizado como algo habitual.
¿Os ha pasado alguna vez que un grupo con el que normalmente conectáis os descoloca completamente en una sesión? ¿Cómo lo gestionasteis emocionalmente?
Hola Miriam, gracias por compartir algo tan honesto y real. Creo que todas, en mayor o menor medida, hemos vivido ya (o viviremos) una sesión que nos deja ese sabor amargo y esa sensación de haber perdido el control. Lo que más me ha resonado es cómo algo puntual, en un grupo con el que normalmente te sientes bien, puede desestabilizarnos tanto emocionalmente. Nos hace dudar de nosotras mismas, aunque sepamos racionalmente que el contexto no nos favorecía.
ResponderEliminarA mí también me ha pasado sentirme invisible en una clase, especialmente cuando traes algo preparado con ilusión y ves que no cala. Es frustrante, pero también, como tú dices, es parte del aprendizaje: entender que no siempre va a salir bien y que eso no nos define como docentes.
Me quedo con tu reflexión sobre no tomarnos estos momentos como un fracaso personal. Al final, incluso en las sesiones caóticas, hay pequeños logros que a veces pasamos por alto. Gracias por recordarlo.
Y sí, me ha pasado lo que preguntas al final. Y me descolocó tanto que me pasé toda la tarde dándole vueltas. Pero ahora sé que lo importante es aprender de esas sensaciones sin quedarnos atrapadas en ellas.
Espero haberte ayudado :)
No sé si te servirá, pero creo que a todos los docentes nos ocurre lo mismo. Es cierto que no es una sensación bonita. Ese sentimiento de descontrol te deshace por dentro. Aún más cuando haces de todo para recuperar el control pero nada funciona. Yo creo que es parte de la vida y que debemos aprender a gestionarlo poco a poco. Tener siempre un plan B para estás ocasiones y estar preparadas emocionalmente para gestionarlo de la mejor forma posible. Yo tengo la sensación de que al ser alumnas de prácticas, es más sencillo que perdamos el control ya que no nos ven como una figura de autoridad importante.
ResponderEliminarAdemás, debemos comprender que el descontrol no es siempre nuestra culpa y que, en ocasiones, no podremos hacer nada contra él. Por ejemplo, es normal que tu clase estuviera muy nerviosa. Sinceramente, creo que a nosotros en la universidad nos pasaría exactamente lo mismo y ya somos mayorcitos jajaja
¡Gracias por compartir tu experiencia y sentimientos y mucho ánimo!