La dura despedida
El viernes fue el último día en el colegio y, para mí, estuvo cargado de emociones. Supongo que la mayoría vivimos algo similar. En mi caso, los alumnos no querían que me marchara y me pedían que siguiera dándoles clases de Inglés. Lo que más me conmovió fue ver el impacto real en aquellos alumnos a los que verdaderamente logré enseñar. Ese último día organicé una serie de juegos en inglés, los cuales mezclaban la diversión con el repaso de lo aprendido en la asignatura. Observé que muchos habían adquirido conocimientos significativos durante mis clases. Las actividades resultaron más dinámicas en algunos grupos que en otros, gracias a lo cual noté en qué clases se había consolidado mejor el aprendizaje. Sin embargo, lo que más me alegró fue recibir cartas de alumnos que, a pesar de tener dificultades con el idioma, quisieron expresar lo mucho que les había ayudado. Aunque muchos de ellos no alcanzaron el nivel medio de sus compañeros, saber que lograron aprender algo (por pequeño que ...